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Mujeres del Grupo de Ahorro Prosperidad de Miramar reunidas en Cartagena para fortalecer lazos comunitarios y metas financieras.

Grupos que ahorran, comunidades que florecen

Por: Sury Ruiz, Gerente del programa Camino de Oportunidades

En las comunidades que han vivido la exclusión y la adversidad por generaciones, el cambio no ocurre de forma aislada. No es un taller, ni una capacitación puntual lo que transforma una vida. Lo que realmente marca la diferencia es el tejido que se construye entre personas cuando se les da la oportunidad de confiar, de participar, de soñar juntas. Y ese tejido, en nuestro trabajo, empieza a formarse a través de los Grupos de Ahorro.

Desde que iniciamos el programa Camino de Oportunidades en Cartagena, hemos comprobado que el ahorro colectivo no es solo una estrategia económica. Es, sobre todo, una estrategia social. Los Grupos de Ahorro son pequeños círculos donde ocurre algo profundo: las personas, en su mayoría mujeres, comienzan a verse como líderes, como gestoras de su futuro y como parte de una red que les brinda respaldo y pertenencia.

En el contexto del Modelo de Graduación, el componente financiero se entrelaza con otros elementos clave: acompañamiento psicosocial, coaching familiar, educación financiera y conexión con servicios sociales. Estos elementos no funcionan por separado, sino que se potencian entre sí. Y los Grupos de Ahorro actúan como el lugar donde todo eso se integra y cobra vida.

Un ejemplo claro es el Grupo de Ahorro Prosperidad de Miramar. En solo siete meses, este grupo reunió a 19 personas —14 participantes del programa y 5 miembros de la comunidad— quienes comenzaron a reunirse cada dos semanas. En ese tiempo, organizaron 13 encuentros, ahorraron aproximadamente USD $1,300, realizaron más de 10 actividades colectivas como ventas de comida y eventos comunitarios, y otorgaron 12 pequeños créditos a sus integrantes, principalmente para mejoras en sus negocios.

Pero más allá del dinero, lo que construyeron fue confianza. Decidieron abrir una cuenta de depósito a término en un banco, formalizando su esfuerzo. Establecieron reglas claras, promovieron el liderazgo rotativo y definieron metas de ahorro personal vinculadas a sus sueños familiares. En cada sesión, reforzaban no solo su compromiso financiero, sino su vínculo humano.

Esa es la verdadera fuerza de estos grupos. Se convierten en espacios seguros donde las mujeres pueden hablar, aprender, compartir y apoyarse. Donde el éxito de una es celebrado por todas. Donde se deja de pensar en la carencia como destino, y se empieza a imaginar un futuro en el que sí es posible prosperar.

Como Gerente del Programa, he aprendido que la clave no está únicamente en las herramientas que damos, sino en cómo las acompañamos. La autogestión, la participación, la educación y el acompañamiento emocional son los cimientos de un grupo fuerte y sostenible.

También hemos aprendido que para lograr resultados sólidos es fundamental que los grupos cuenten con estructura: estatutos claros, metas de ahorro individuales, capacitación constante y autonomía en su operación. Esto les permite pasar de ser un grupo de ahorro a convertirse en verdaderos comités comunitarios con voz propia y capacidad de movilización.

Y esto no termina con el ciclo de ahorro. De hecho, es solo el comienzo. Los grupos fortalecen las habilidades sociales, promueven la inclusión financiera, generan redes de apoyo y, en muchos casos, inspiran nuevos liderazgos que impactan toda la comunidad.

En Opportunity International Colombia, vemos a los Grupos de Ahorro como una chispa que enciende la transformación colectiva. Porque cuando las mujeres se organizan, ahorran y se apoyan entre sí, no solo cambian sus hogares. Cambian barrios enteros.

 Lo que empieza con una alcancía compartida, puede terminar siendo el motor de un barrio más unido, resiliente y lleno de esperanza.

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